Una historia infinita, un papel con una receta, torta de chocolates con arroz.
Puedo cruzar un puente, dos, caminar derecho por una avenida, subirme con los pies descalzos y tentar el destino, el abismo, la caida premeditada. La caida perfecta.
Cuando el sueño se vuelve real dormir sobre hojas secas es el plan perfecto, la llave que abre la puerta, los brazos que encierran el tiempo en un lugar determinado, dormido.
Las arrugas de las sábanas hacen formas de animales, imágenes en sombras sobre la pared y se escurren en un vaso de café con leche lleno de espuma hasta la mitad.
La soda ayuda al insomnio si se permite que sus burbujas se queden trabadas en la garganta haciendo malabares, hamacandose en un trapecio, contandole cuentos a las amigdalas.
Dos perlas de ostras en el mar que adornan las orejas, la mujer se viste de negro, entra por la puerta y las miradas se congelan en ella, en sus timpanos agudos, en el punto rojo que marca el centro de la frente, el punto de gravedad donde cae la lampara de cristales minutos después.
El cielo que estalla. Esperame tres minutos.
Voy a tomarme un té de estrellas, y cuando me crezcan flores en el ombligo, voy a sentarme a soñarte.
4.6.08
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Seguí intentando, porque esto
(subirte con los pies desnudos, burlando a dios, a la nada, la caída premeditada. La caida perfecta.
y
Cuando el sueño se vuelve real dormir sobre hojas secas es el plan perfecto, la llave que abre la puerta, los brazos que encierran el tiempo en un lugar determinado, dormido)
está más que bien.
Me voy a lavar los dientes y vengo.
Publicar un comentario