18.5.08

C

Tengo que dejarte salir, abrir el diafragma, dejarte escapar.
Es obligación, empezar por el femur y romper cada uno de los huesos con precisión de leñador en un bosque, con temperaturas de nieve-hielo, sacarte de adentro, expulsarte, vomitarte, dejarte ir, que me dejes respirar.
Necesito mirar las calles que alguna vez fueron mias, recorrerlas con los pies descalzos, sentir el pinchazo, sentir el barro entrar entre cada uno de los dedos y encontrar la felicidad en una sola tormenta.
Esta noche voy a hacer mil origamis con tu nombre, y dejarlos sobre el balcón donde viven las palomas, esas que cuentan secretos, y dejar que se vayan, que te lleven a tus lugares, que te acuesten sobre las nubes, y desaparezcas.
Y entonces, cuando la luna se ponga en la ventana, saber que estas del otro lado, sentir tu olor, tu aliento fresco.
no ver mas esa sonrisa perfectamente dibujada en el entrecejo, no cruzar los ojos para mirarla una y otra vez.

1 comentario:

Garufita dijo...

Bueno, no me gusta esto de ser una almeja, habiendo tantas cosas más ricas en la playa. Preferiría ser una gaviota borracha, al menos, o un tritón (pero no como los de Disney, esos son re pelotudos y fachos)... Bueno, ya veré qué quiero ser cuando pase por tu playa. Eso sí, avisame si justo estás por ahí, no quiero que me vomites todo eso que tenés adentro, que pincha y no se escapa y huele a tormenta de viejo estilo. Un beso nena y que la sal se te corra pronto de las pestañas.